C�mo enfrentar los precios de guerra
El �ndice de marzo, que se conocer� el 13 de abril, pondr� en evidencia en forma rotunda que se est� viviendo un per�odo de precios de guerra. Aparece la necesidad de medidas adicionales en la pol�tica de ingresos para amortiguar costos que se proyectan por un tiempo m�s prolongado. Por Alfredo Zaiat. La econom�a mundial ha ingresado en un per�odo de precios de guerra en productos b�sicos. El panorama es todav�a m�s complejo para la econom�a argentina porque este shock externo la encuentra con tasas de inflaci�n muy elevadas. El �ndice de marzo, que se conocer� el mi�rcoles 13 de abril, ser� el momento en que quedar� en evidencia en forma rotunda que se est� viviendo un per�odo de precios de guerra. Adem�s, aparece la necesidad de medidas adicionales en la pol�tica de ingresos para amortiguar costos que se proyectan por un tiempo m�s prolongado que el deseable.
La Organizaci�n de las Nacionales Unidas para la Alimentaci�n y la
Agricultura (FAO, en sus siglas en ingl�s) elabora un �ndice de precios
de los alimentos. Es una medida de la variaci�n mensual de los precios
internacionales de una canasta de productos alimenticios. Consiste en el
promedio de los �ndices de precios de cinco grupos de productos b�sicos
(cereales, aceites vegetales, l�cteos, carnes y az�car) ponderado por
las cuotas medias de exportaci�n. El �ltimo reporte marc�, en febrero,
un promedio de 140.7 puntos, 3,9 por ciento m�s que en enero y 20,7 por
ciento por encima del nivel de hace un a�o. Este registro es un nuevo
m�ximo hist�rico desde 1961, cuando empieza a elaborarse el �ndice, al
superar el pico anterior de febrero de 2011 en 3.1 puntos. O sea, de
acuerdo a la serie de la FAO, nunca antes los precios de los alimentos
estuvieron tan altos como ahora. Se ubican en t�rminos reales en la zona
de la crisis de 1974/1975 derivada del shock petrolero. En pocos d�as
(el 7 de abril) se difundir� una actualizaci�n del informe.
La
tendencia inflacionaria global es preocupante porque la prolongaci�n del
conflicto Rusia-Ucrania est� abriendo las puertas a una crisis
alimentaria mundial por precios y cantidades. Ambos pa�ses son grandes
exportadores de alimentos, especialmente cereales, por un total de casi
10 mil millones de d�lares cada uno. Esos alimentos hoy no est�n
disponibles en el mercado.
El conflicto Rusia-Ucrania est� abriendo las puertas a una crisis alimentaria mundial.
Exportar sin importar el mercado interno
El
escenario internacional ofrece problemas en el acceso, abastecimiento y
precios de alimentos, lo que exige inmediatas y contundentes medidas a
nivel dom�stico. El mercado mundial de materias primas est� funcionando
con la distorsi�n de la guerra y, por lo tanto, la intervenci�n de la
pol�tica econ�mica debe salirse del libreto convencional y no debe
limitarse por amenazas pol�ticas de grupos que defienden privilegios
obtenidos por la guerra. Por el contrario, debe identificarse a quienes
se benefician con la guerra a costa de castigar el presupuesto de la
mayor�a de la poblaci�n.
Productores, el complejo agroexportador y
sectores vinculados a esta actividad pretenden, con implacable l�gica
del capital, apropiarse del extraordinario efecto riqueza derivado de la
suba impresionante de las materias primas.
Resisten cualquier
medida que permitir�a disminuir los costos socioecon�micos del conflicto
b�lico. Frente a esta conducta, que re�ne el apoyo pol�tico y medi�tico
de la derecha, se requiere una firme respuesta del Gobierno porque la
econom�a local ya est� padeciendo los precios de guerra.
Antes
del enfrentamiento OTAN-Rusia, cuando la inflaci�n era fundamentalmente
una cuesti�n dom�stica, en esta columna se mencion� en varias
oportunidades la necesidad de liderazgo y coordinaci�n en la gesti�n
econ�mica para intervenir en las tensiones de poder que se expresan en
los precios y, por lo tanto, en la disputa sobre la formaci�n de
expectativas. No es una cuesti�n de nombres sino de concepci�n acerca
del manejo de la econom�a.
En las actuales circunstancias
resultan todav�a m�s apremiantes esas cualidades para preservar el
mercado interno y el sendero de la firme recuperaci�n de la actividad y,
en especial, para promover la mejora del poder adquisitivo de los
sectores populares.
Minimizar el diagn�stico acerca de la
existencia de precios de guerra y eludir la decisi�n de ordenar la
administraci�n de este frente podr�a tener costos econ�micos y sociales
todav�a m�s elevados de los que ya se est�n padeciendo.
El arte de la negaci�n
En
general es complicado abordar el an�lisis de un estado determinado de
la econom�a para luego instrumentar iniciativas si se ignoran
acontecimientos externos que son potentes condicionamientos.
Durante
dos a�os el discurso dominante ha minimizado el shock externo de un
evento extraordinario como la pandemia, que ha afectado la evoluci�n de
las principales variables macroecon�micas.
Ahora sucede lo mismo
con el impacto del conflicto Rusia-Ucrania, que no solamente est�
generando un drama humanitario de muertes, refugiados y destrucci�n,
sino que est� provocando una fort�sima alteraci�n de la econom�a
mundial: m�s inflaci�n, suba de la tasa de inter�s, menor crecimiento,
deterioro sociolaboral e incremento de la fragilidad econ�mica.
No
explicitar estos formidables shocks externos en el diagn�stico de la
situaci�n dom�stica deja el terreno abonado a discursos pol�ticos
reaccionarios, al tiempo que dificulta la comprensi�n por parte de la
poblaci�n acerca del tipo de intervenci�n estatal que se requiere en la
actual situaci�n de extrema complejidad econ�mica.
La discusi�n
pol�tica de unos y otros al interior de la coalici�n oficialista
pareciera que se estuviera realizando sin considerar el perturbador
escenario econ�mico y geopol�tico global de esta �poca. El debate
pol�tico �no el personal- exige incorporar los impactos de la pandemia y
de la guerra para ordenarlo.
Una l�nea del Gobierno no los suma
con suficiente convicci�n -por lo menos p�blicamente- en los marcos de
negociaci�n con factores de poder internacional y local, ni en la
comunicaci�n oficial y ahora ni en la instrumentaci�n de medidas
excepcionales. Y la otra l�nea pol�tica tampoco los considera como
relevantes en el momento de cuestionar los resultados de la pol�tica
econ�mica en el cap�tulo de la evoluci�n de los ingresos de los sectores
populares, y en evaluar las perspectivas econ�micas inmediatas.
El mundo econ�mico ya no ser� el que era
El
debate pol�tico sobre la cuesti�n econ�mica local tiene que incluir los
impactos del conflicto Rusia-Ucrania que fluir�n a trav�s de tres
canales principales:
Los precios m�s altos de productos
b�sicos como alimentos y energ�a aumentar�n a�n m�s la tasa de
inflaci�n, lo que a su vez erosionar� los ingresos y afectar� la demanda
dom�stica.
Las econom�as europeas en particular, y las del resto
en general, se enfrentar�n a la interrupci�n del comercio, las cadenas
de suministro y las remesas, as� como a un aumento hist�rico en los
flujos de refugiados.
La reducci�n de la confianza empresarial y
la mayor incertidumbre de los inversores influir�n sobre los precios de
los activos, endureciendo las condiciones financieras y posiblemente
estimulando la salida de capitales de los mercados emergentes.
Rusia
y Ucrania son importantes productores de materias primas, y el freno de
los env�os ha provocado que los precios mundiales se dispararan al
alza, especialmente para el petr�leo, el gas natural y los granos.
Por caso, en el mercado internacional del trigo esos dos pa�ses representan el 30 por ciento de las exportaciones mundiales.
El precio del trigo en el mercado internacional cerr� el viernes a 401 d�lares la tonelada.
La relaci�n de la energ�a y la producci�n agr�cola
El
economista Daniel Kostzer ofrece un l�cido an�lisis sobre el impacto de
la guerra y de la pandemia en los precios de productos b�sicos. "Ambos
acontecimientos est�n imponiendo una grave restricci�n al suministro de
alimentos y energ�a que repercutir� en los precios en una escala de
grandes dimensiones", advierte.
Se�ala que entre esos dos grupos
de commodities existen interacciones que generan no s�lo efectos
inflacionarios de corto plazo, sino que deriva en una inercia hacia el
futuro que los amplifica.
Existe una vinculaci�n potente de los
precios de la energ�a y de los granos, puesto que los primeros elevan
los costos directos de producci�n de las materias primas agr�colas del
siguiente modo:
Las naftas y el gas son imprescindibles para
mover la maquinaria necesaria para los procesos agr�colas y transporte
de la producci�n.
La energ�a es el principal insumo para producir
fertilizantes que ahora son cruciales para la producci�n agr�cola con
los paquetes tecnol�gicos de alta productividad. Rusia es el mayor
exportador mundial de fertilizantes con el 12,6 por ciento del total del
mercado, equivalente a 7000 millones de d�lares.
La agricultura
moderna depende en gran medida de la energ�a, y los productos b�sicos
que generan energ�a son petr�leo, gas y carb�n. Los estudios realizados
por la FAO y el Banco Mundial muestran que existe una relaci�n
significativa y a largo plazo entre los aumentos del precio del petr�leo
y los precios de los alimentos.
Con el importante incremento de
la producci�n de biocombustibles tambi�n hay un efecto sobre los
alimentos que pueden producir energ�a org�nica, ya que ahora ser� m�s
rentable aumentar la producci�n destinada a ese tipo de energ�a,
poniendo m�s presi�n en el mercado de los alimentos.
La agricultura
moderna depende en gran medida de la energ�a. El alza del petr�leo
impulsa el aumento de precios de los alimentos.
Qu� pasa con las demandas complementaria y sustitutiva
Kostzer,
especialista del mercado de trabajo y que asesora a organizaciones
sindicales, observa que las materias primas energ�ticas y alimentarias
tambi�n tienen efectos indirectos en otros bienes.
Dice que la
m�s evidente es cuando se trata de un insumo o complemento de otros
productos, como la carne (vacuna, pollo, cerdo) que utiliza tanto
energ�a como granos como insumo para su producci�n.
Explica que
los aumentos de precios de los bienes de primera necesidad (de demanda
muy inel�stica) se dirigen tambi�n a otros productos de demanda m�s
el�stica, y que tienden a ser de producci�n local, afectando por tanto
el nivel de actividad dom�stica. Es decir, si los precios de los granos
suben, la producci�n local de productos l�cteos o carnes empezar� a
desarrollarse con mayor tensi�n, ya sea por aumento de precios o por
disminuci�n de la actividad por la debilidad de la demanda.
Diferentes impactos en pa�ses importadores y exportadores
El
impacto en los pa�ses importadores es bastante sencillo, ya que tienen
que pagar precios m�s altos por los alimentos y la energ�a comprados en
el mercado internacional. Esta situaci�n tiende a tener un efecto
duradero debido a la inercia inflacionaria generada.
Este impulso
inflacionario se traslada hacia otros bienes de la cadena productiva,
que tambi�n terminan ajustando al alza sus precios. Como se sabe, el
amplio universo de productos reacciona relativamente r�pido a los
aumentos pero no a una disminuci�n cuando el escenario se normaliza.
Para
los pa�ses exportadores de alimentos, como Argentina, el alza de los
precios internacionales ayuda inicialmente a mejorar el super�vit de la
balanza comercial. Sin embargo, tiene un impacto negativo en los precios
dom�sticos, ya que los productores locales de exportables esperan que
el mercado dom�stico pague el mismo precio del mercado internacional,
con la deducci�n de los costos de transporte.
De ese modo, para
esas econom�as el beneficio del sector externo es m�s que compensado por
la din�mica interna de inflaci�n que castiga los ingresos de la mayor�a
de la poblaci�n.
Adem�s, los pa�ses que destinan subsidios
energ�ticos a su mercado interno, especialmente para el consumo
familiar, enfrentar�n presiones sobre las cuentas p�blicas. Para no
afectar el poder adquisitivo de los hogares habr�a que incrementar �no
bajar- el monto de los subsidios.
Incluso esa cuenta global
deber�a aumentar para subsidiar los precios internos de los alimentos
para cuidar el presupuesto de las familias de m�s bajos ingresos.
El
anuncio de que se van a recalibrar las metas del acuerdo con el FMI,
como se adelant� en estas p�ginas la semana pasada, es una oportunidad
para acomodar las proyecciones fiscales a una situaci�n extraordinaria
que exige medidas extraordinarias.