Neocolonialismo jurídico-semántico y deuda externa
 Neocolonialismo jurídico-semántico y deuda externa. Por el Dr. Rodriguez Villafañe*
Neocolonialismo jurídico-semántico y deuda externa. Por el Dr. Rodriguez Villafañe*
El endeudamiento externo de manera ilegítima, ilegal y odiosa del país estuvo acompañado, con acciones que facilitaron la trampa y lo indebido. La estrategia de ocultamiento, desinformación y manipulación, se asentó, entre otras razones, en diversas modalidades neocoloniales aplicadas a lo jurídico y al uso de las palabras.
Como primera medida se presentó el tema como si fuera sólo económico y 
se dejó de lado lo jurídico. Cuando la importancia de la cuestión es 
primero jurídica en cuanto a la legalidad y de la cual podemos derivar 
lo económico. Para lo cual hay que ver si, casualmente los compromisos 
económicos asumidos están conforme a la ley y no son odiosos.
Aquí, 
es cuando, en un verdadero colonialismo jurídico, se ha trastocado los 
razonamientos esenciales en materia de derechos. En esto es importante 
tener presente que la Constitución Argentina, en su primera parte, deja 
claro la diferencia entre “garantías” y “derechos”. De lo cual se 
desprende que no son conceptos iguales, sino que hay que resaltar, que 
los “derechos se auto justifican y valen por sí mismos”, mientras que 
“las garantías operan como tales, en la medida que tutelen derechos a 
garantizar”. Esto último no es un solo juego de palabras, ya que de 
ninguna manera una garantía puede servir para asegurar anti-derechos 
humanos. Sin embargo, en materia de deudas externas, se ha sostenido que
 se debe pagar o pagar, por ejemplo, a los fondos buitres, por el solo 
hecho que hay que respetar lo acordado, aún cuando fuere odioso o 
ilegítimo y trajera graves consecuecias al pueblo argentino. Nunca una 
simple garantía puede permitir violar derechos humanos esenciales, y una
 ley o una sentencia tampoco pueden convalidarlo, ya que todo ello es 
nulo de nulidad absoluta. Así, resultan írritos los acuerdos tramposos 
mediante los cuales, por ejemplo, para pagar más deudas en dólares, se 
empuja al país que debe usar más agroquímicos y seguir desmontando, a 
los efectos de producir más; o tenga que permitir que se contaminen las 
aguas con la minería que usa arcénico y otras sustancias tóxicas, en 
verdaderos ecosidios por goteo. También que se pretenda someter al 
sistema de seguridad social, a mayores recortes, en verdaderos delitos 
de lesa humanidad económicos matando de inanición a las personas 
mayores, discapacitados o producir aporicidios o sea matar a los pobres,
 precarizar el trabajo hasta lo indigno, entre otras graves 
consecuencias de lesa humanidad. 
Lo razonado es de particular 
importancia, porque la realidad ha demostrado que, en los acuerdos de 
deudas externas, primero se busca que se sustenten en derechos 
favorables a los poderosos y en la práctica, cuando la ley incluso 
molesta a los poderosos, se la saltean, anulan o se asegura sus 
beneficios mediante garantías inaceptables, como la prescripción para el
 reclamo o la cosa juzgada o que fue conalidado por nuevos préstamos y 
otras.
    También se ha buscado colonizar a la sociedad 
semánticamente, con el uso del lenguaje cotidiano de los medios de 
difusión. En ello se usaron palabras o frases inductoras y tramposas, 
que favorecen una mirada edulcorada, con sometimiento sicológico.
   
 Se enseñó y enseña, por todos los medios, que siempre se deben “honrar 
las deudas externas”, sin cuestionar su legitimidad. La inducción a 
“honrar” es elegida a propósito, ya que implica conceptualizar que las 
deudas merecen en sí mismas, ser “enaltecidas o se debe valorar su 
mérito”. Actitudes estas que se dispensan a Dioses que se honran o sea a
 algo superior, pero, a lo seres superiores no se les habla en 
condiciones de igualdad, dado que siempre se presupone un respeto 
reverencial. Además, a ellos no se les reclaman derechos, sólo se les 
pide indulgencia ante deberes que pueden haberse incumplido. Esta 
actitud de sumisión se trabajó como básica para condicionar la discusión
 sobre las deudas externas. Con el agravante, que ello permitió que, 
cada vez que se negociaban las deudas, se resignaran más derechos y se 
aumentaran los deberes. Esto último, haciéndonos creer que se nos 
concedían beneficios que debíamos agradecer. Todo ello acompañado por 
una prensa hegemónica que desinformó sobre los efectos de la 
defraudación al pueblo.   
    Nunca se habla de los “prestamistas 
externos”, se los denomina los “acreedores externos”, lo que implica 
asumirnos, en todo momento, como “deudores”, sin antes analizar si 
realmente se debe lo que se nos reclama, para lo cual son 
imprescindibles las auditorias a la deuda.
    Además, cuando se 
discute el presupuesto nacional, a las previsiones de pago de deudas 
externas se las denomina como pagos de los “servicios de la deuda”. 
¿Servicios?, los que son cantidades a pagar en concepto de capital e 
intereses, (muchos de éstos usurarios) y se los conceptúa como un 
“servicio”. La deuda no nos hace ningún “servicio. Es otra de las 
esclavitudes semánticas asumidas sin reflexión.
    También se enseñó
 que el país se volvía riesgoso si no cumplía, sin condicionamientos, lo
 que se le exigía que se abonara. Se nos degradó como sociedad y la 
temperatura de nuestra autoestima se la hace depender del índice llamado
 “riesgo país”, que brindan diariamente los medios de difusión de manera
 destacada, por la influencia de los bancos acreedores. Es un fantasma 
que las personas sólo pueden temer, aunque no se les permitía saber las 
razones en virtud de las cuales los que nos endeudaron nos 
responsabilizaban y pretendían que nos volviéramos “creíbles” ante el 
mundo sólo pagando, sin discutir lo que se nos decía que debíamos. Se 
transmitía y trasmite la sensación de que, para reingresar a la 
civilización, sólo hay que pagar, para no ser unos castigados del mundo y
 así poder bajar la temperatura del “riesgo país”. Resulta inaceptable 
que el supuesto mundo civilizado, nos condicione su aceptación a llevar 
adelante aporicidios o ecocidios. 
    Asimismo, se nos enseñaba que “Achicar el Estado es agrandar la Nación” y transformaban el ajuste como un objetivo patrio.
          
 Hay que investigar y auditar la deuda externa y condicionar su pago a 
la legalidad de la misma y no pemitir la afectación de los derechos 
humanos de nuestros pueblos.
*Dr. Miguel Julio Rodríguez Villafañe
Abogado constitucionalista
Ex-Juez federal
Periodista de opinión












