Una sonrisa que ya empezó a borrarse

En el Gobierno hay quienes descorchan y quienes desconfían. Con el affaire de los cuadernos, las reacciones en el oficialismo son variadas. Entre quienes festejan se encuentra el sector más furiosamente antikirchnerista. En esa línea dura están los que piensan que, además de alejar de la agenda pública temas molestos como el de los aportantes truchos en la campaña de Cambiemos, el escándalo los beneficiará con el consecuente desgaste que le producirá a la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner. Incluso, hay quien imagina que esto les ayudará a justificar el ajuste y la situación económica a partir de la supuesta corrupción pasada. Otro sector del Gobierno –más ligado a los tribunales– desconfía de los alcances que puede llegar a tener la investigación, en especial sobre el primo presidencial Angelo Calcaterra. También observan las complicaciones que les puede traer con los empresarios de la construcción. En materia de especulaciones sobre el origen de la filtración, en Casa Rosada existen los que apuntan por la difusión de los cuadernos directamente a Sergio Massa.
Por estos días, se nota un poco más sonrientes a los funcionarios de 
Gobierno, tras la difusión de los cuadernos que puso contra las cuerdas a
 ex funcionarios kirchneristas y permitió a la vicepresidenta Gabriela 
Michetti volver a instalar el desafuero de CFK. Por lo menos, están más 
sonrientes que cuando debían responder por los aportes de campaña en 
territorio bonaerense. No obstante, más allá de una cierta satisfacción 
generalizada con la noticia, se abren distintos grupos dentro del 
oficialismo.
En primer lugar, y con una aparición más estridente en 
los medios, aparecen como más contentos los que se muestran furiosamente
 antikirchneristas (o antiperonistas). En esa línea dura se puede 
escuchar a los que hablan de un Lava Jato argentino, donde caerán tanto 
ex funcionarios K como empresarios coimeros. “Estamos en paz y 
disfrutando. Puede caer Iecsa (la ex empresa del Grupo Macri) sin 
problemas. Acá no hay preocupación”, aseguran.
También forman parte 
de ese sector los que dicen que esto le probará a la población “el 
desastre que nos dejaron”. E incluso los que, entre  optimistas y 
voluntaristas, pretenden que a partir de estas revelaciones los 
argentinos “entiendan y sepan comprender la situación económica y por 
qué nos cuesta remontarla”. 
De esto puede dar fe la secretaria de 
Lucha contra la Corrupción (Ajena), Laura Alonso, que se subió a la 
noticia como surfista a la ola, con tweets y entrevistas en medios 
afines. Luego de soltar frases como “en el kirchnerismo se robó a 
mansalva”, ayer se declaró incompetente para intervenir: “La OA no tiene
 competencia para investigar financiamiento de campañas (lo dije mil 
veces). Para eso hay causa judicial: juez y fiscal involucrados”, 
sostuvo, al tiempo que cuestionaba cómo “mienten” los medios no 
oficialistas.
A este grupo alegre y descorchante de champagne se le 
puede oponer otra parte del Gobierno, que está más atenta a las movidas 
de Comodoro Py. Allí se puede escuchar una alegría mucho más cauta. Y 
una cuota importante de desconfianza. Una de las espadas judiciales del 
Gobierno señaló a este diario que hay mucha desconfianza con las 
repercusiones que puede tener la investigación y sobre cómo puede 
terminar salpicando al oficialismo. “Acá lo que puede haber es una 
opereta de Miguel Pichetto y Ricardo Lorenzetti guionada por Seita”, 
dice el hombre, al que el Presidente suele escuchar en cuestiones 
judiciales. Seita es Guillermo Seita, un consultor que tuvo como 
clientes a Domingo Cavallo y que supo tener tratos con el macrismo, pero
 también con Massa. “El estratega de Lorenzetti puede haber ideado esto 
para perseguir la corrupción K y pegarle al macrismo creyendo que así 
muestra independencia y se vuelve intocable”, analiza el consigliere. 
“Lo apoyan en Comodoro Py y Sergio”, dice. Sergio es Massa, a quien 
algunas fuentes del oficialismo señalan como la figura detrás de la 
jugada. ¿Pruebas? No muestran ninguna. 
“Esto no lo manejamos 
nosotros –juran y perjuran en la Rosada–, así que intentaremos 
hamacarnos.” También dicen que el timing es incorrecto: “En la campaña 
tal vez nos hubiera servido, pero ahora con Angelo salpicado no distrae 
nada de la situación económica. Y se pueden caer créditos a las 
constructoras y afectar nuestro plan de obras públicas. ¿Cómo seguimos 
con las obras con todos los constructores presos?”.
Un tercer grupo, 
entre los cuales hay integrantes de la mesa política, pone el énfasis en
 esta última cuestión: el impacto sobre la obra pública. “Hay muchos 
empresarios que van a quedar salpicados”, indican. En ese sector, no 
existen tantas prevenciones ante el avance de la causa judicial. Tampoco
 desconocen que los beneficia el impacto que pueda tener sobre CFK. 
“Ayuda, pero si nosotros no nos enfocarnos en la gestión y en generar un
 repunte económico para preparar el terreno electoral, va a costar mucho
 ganar en 2019”, indican, más cautos que el sector festejante.
En 
particular, en el Ministerio del Interior, estuvieron observando el 
impacto que podría haber con las empresas involucradas. Algunas ya 
estaban inhibidas de participar en licitaciones por otros motivos. Otras
 tienen contratos en ejecución, pero hasta ahora no existen evidencias 
que vinculen esos contratos con las presuntas coimas. Para nuevas 
contrataciones, se las podrá inhibir si existe una sentencia. El 
organismo que interviene en ese caso es el Registro Nacional de 
Constructores, que depende de Interior. Hay una discusión legal dentro 
del oficialismo sobre cómo actuar sobre cada caso (si anular la 
licitación, si permitir que continúe la empresa), que todavía no se 
zanjó.








